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Un 24 de marzo diferente

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Un 24 de marzo de 1976, hace 44 años, se abría paso en nuestro país la dictadura cívico militar mediática y eclesiástica más nefasta que el pueblo pueda recordar. Ese día, el diario Clarin titulaba «Nuevo gobierno»

Por esos días, hubo mucha gente que se encerró en sus casas, un encierro cómplice » algo habrán hecho», y otras tantas, que siguieron su lucha revolucionaria. Esa lucha que sólo te da la convicción de que un país mejor es posible. Capaz no para vos, pero sí para los otros. Y si, la patria antes también era el otro. Sólo que a golpe de fusil, torturas, miedo, te obligaban a meterte adentro. Una de esas personas que tenía el alma repleta de ganas de revolución era Laura (nombre de guerra), Mónica en verdad. Mónica Epstein. Vamos a decirle Laura porque era el nombre que ella eligió, el de su hermana. Laura, era de clase media alta, abogada recibida en la UBA, que presentaba Habeas corpus para sus compañeros detenidos por la dictadura represiva. Así fue cómo la detuvieron, por presentar Habeas corpus. Además era judía y eso le jugaba en contra. Pero por sobre todo, era compañera. Ella sabía el riesgo que corría, pero creía que la patria, era el otro.

La detuvieron, la durmieron y la tiraron dormida de un avión. Su familia nunca la pudo enterrar. Y recién en el gobierno de Cristina supimos que Laura era Mónica. Un poco de verdad alivia el alma, un poquito dentro de tanta injusticia. Laura ahora, tendría hijos, y nietos. Y sería una de las personas que estaría en riesgo por el covid 19. Si estuviese viva. Pero la mataron a los 26 años. Porque los milicos decidían quién vivía y quien no. Y decidieron que ella y otros 30 mil compañeros, no. En estos momentos de incertidumbre y desazón, es bueno recordar la lucha de los compañeros, y marcar algunas diferencias. El capitalismo, ese sistema que te dice que vales lo que tenés. Ese sistema que también dejó muchos desaparecidos en los 90, y en el gobierno de Macri, está haciendo estragos en el mundo. No es sólo el covid 19 lo que mata. Lo que mata es el individualismo de algunas personas, que no piensan un segundo que el otro a veces pueden ser ellos. Y a ese individualismo, nos llevó el sistema capitalista. Vales lo que tenes, y si no tenes, no vales nada. Hoy, ese sistema se pone en duda mundialmente. Porque el que está en riesgo ya no es el pobre, ni el revolucionario, ni el distinto. Ahora, todos estamos en riesgo. El rico, el pobre. Todos. Esto nos lleva a replantear mundialmente que la salud tiene que ser pública. Que los estados no pueden ser gobernados por los mercados. Y que el estado tiene que estar al servicio del pueblo. Sino observen, cómo nuestra aerolínea de bandera , va a buscar argentinos que las otras aerolíneas dejaron varados por el mundo.

Por un estado presente luchaba Laura y los 30 mil compañeros detenidos desaparecidos. Por ese estado que ahora muchos «apoliticos» exigen los rescate. Y por luchar por éso, los desaparecieron. Porque ni siquiera sus cuerpos dejaron. Así de asesinos eran. Hoy, en contraste, encerrarse en las casas es ser solidario. Es pensar en la vida del otro y volver a darle el valor que se había perdido. Ya no vales lo que tenes. Vales porque estás vivo. Hoy se nos plantea un cambio de paradigma, dejar de mirarnos el ombligo y a pesar del encierro poder conectarse con el otro. Hoy, lo que nos salva, es ese encierro. A vos, a mi, a los que quedaron vivos de esa dictadura, a todos. Hoy ser revolucionario ya no es salir a la calle a pedir un mundo mejor, porque ese mundo mejor está en nuestras manos. La revolución de hoy se nos plantea en soledad, pero en una soledad que nos lleva a estar más unidos que nunca. Y que nos va a mostrar, tal vez por fin, lo que en verdad vale en la vida. La solidaridad, los besos, los abrazos, la empatía. Es una cruzada difícil y nos atraviesa a todos y todas. Pero no es imposible. Y cuando esto pase, ya sabemos qué es lo que hay que combatir en serio, el sistema capitalista excluyente que lleva a la inequidad constante. Y cuando esto pase por fin seremos mejores, y valdrá la pena la lucha de Laura y los 30 mil compañeros que desde el cielo sabrán, que no está todo perdido y que volvimos a empezar, otra vez. Este 24 de marzo no vamos a estar en las calles, vamos a estar en nuestras casas colmadas de pañuelos blancos. Ese es el mejor homenaje a nuestros compañeros. 30 mil compañerxs detenidos desaparecidos presentes, ahora, y siempre.

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