Pese a que el 2020 fue un año repleto de restricciones que detuvieron el funcionamiento del mundo y aunque el aislamiento ralentizó el accionar humano sobre la naturaleza, se demostró que sigue en crisis. Además de las limitaciones que afectaron la vida de la sociedad y de las problemáticas suscitadas por la zoonosis, en tiempos de pandemia se comprobó una vez más que el estado de los ecosistemas y la vida silvestre del planeta pueden repercutir de manera positiva o negativa en la vida de la población mundial.
Frente a la necesidad de seguir profundizando en el impacto que puede tener el ser humano en la naturaleza y calcular la réplica de este sobre la vida de la humanidad, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés), publicó un nuevo informe. Allí advierte sobre la pérdida de biodiversidad y la degradación de los ecosistemas mundiales, provocada por el desarrollo de actividades agropecuarias no sostenibles.
El reporte “Frentes de deforestación: impulsores y respuestas en un mundo cambiante” presenta el análisis de 24 lugares en los que se concentran puntos críticos de tala indiscriminada y donde la amenaza hacia los bosques siempre está presente.
De acuerdo al trabajo, en los últimos 13 años se destruyeron más de 43 millones de hectáreas. Asimismo, nueve de esos 24
frentes se encuentran en América Latina, donde la cantidad de poblaciones de vida silvestre monitoreada registró una disminución del 94%.
En este sentido, desde el WWF explicaron que esta merma se debe en gran parte a la degradación del hábitat causada por el cambio de uso del suelo para actividades agropecuarias sin sustentabilidad.
Según explica el documento, la zona del Gran Chaco que se extiende por Bolivia, Paraguay y Argentina, tiene uno de los niveles más altos de deforestación en el mundo. La razón es la producción de soja y la presencia de ganadería a gran escala.
A raíz del informe, Manuel Jaramillo, director general de Fundación Vida Silvestre Argentina aseguró que el Gran Chaco es una región “prioritaria”, ya que concentra la mayor superficie de bosques nativos de Argentina. “Esta región es el hábitat de una amplia diversidad de especies y de pueblos originarios y comunidades rurales que viven en y de los bienes y servicios que la naturaleza allí provee”, explicó el integrante de la organización nacional, asociada al WWF.
A la vez, cabe destacar que la degradación de estos ecosistemas deriva en un mayor número de incendios, que además afecta de manera directa al clima. Durante 2020, el territorio argentino perdió más de un millón de hectáreas a causa de focos ignífugos. “Un adecuado manejo de estas actividades y una correcta protección de estos ecosistemas, podría disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero, dar sustento a la vida de las comunidades locales, fomentar la seguridad alimentaria y promover un desarrollo económico sostenible”, agregó Jaramillo.
Las medidas propuestas por el WWF para frenar la pérdida de biodiversidad incluyen:
-Asegurar los derechos de tenencia de tierras de los pueblos originarios y las comunidades locales.
-Fortalecer la conservación de áreas ricas en biodiversidad.
-Garantizar que los productos procedentes de los bosques se produzcan y comercialicen de forma legal y sostenible.
-Reorganizar las cadenas de suministro de las empresas para lograr la sostenibilidad y alentar a más empresas e instituciones financieras a comprometerse con la deforestación cero.
-Promover el involucramiento entre países consumidores y países productores al momento de diseñar soluciones viables a largo plazo.
-Crear políticas y legislaciones que aseguren que todos los bienes y productos forestales importados estén libres de deforestación y conversión de ecosistemas. A su vez, cerciorarse de que respeten los derechos humanos.