Prácticamente todas las instituciones de Mar del Plata registraron contagios de coronavirus. El desborde es evidente y los trabajadores que quedan en funciones están desgastados.
La diseminación del coronavirus en toda la ciudad obligó a la comunidad a aprender a convivir con el virus. Los trabajadores de la salud están en la primera línea de batalla y los contagios se concentraron desde el primer momento en el ámbito sanitario. Aislados por prevención o infección, la atención se resiente en las clínicas de Mar del Plata que están prácticamente al límite.
Lon insumos son los principales elementos de protección en la ardua lucha para superar la pandemia y todavía hay instituciones que no les garantizan la seguridad mínima a sus trabajadores. Esta situación desenfoca a los trabajadores de sus tareas primordiales que redoblan sus esfuerzos ante las bajas de sus compañeros. «Esto realmente desgasta muchísimo, es muy desesperante. No la estamos pasando bien«, reconoció Laura Delpir, secretaria general del Sindicato de Trabajadores de la Sanidad Argentina (Atsa).
La pelea de los trabajadores de la salud por conseguir los insumos básicos es histórica y excede la pandemia de coronavirus. Pero ante la rápida diseminación del virus que avanzaba sin freno en China y en toda Europa los empleados del ámbito sanitario alzaron la voz desde el primer minuto. «Venimos insistiendo desde febrero. Por entonces teníamos la teoría pero no la práctica para enfrentarnos al virus. Tuvimos que insistir para que nos hicieran practicar y no chocarnos de frente con las urgencias», sostuvo.
En Mar del Plata prácticamente todas las clínicas detectaron contagios entre sus recursos humanos: el Hospital Bernardo Houssay, el Hospital Privado de Comunidad, el Hospital Español, el sanatorio Belgrano y las clínicas Colón, Pueyrredon, 25 de Mayo, del Niño y la Familia, Mitre, de Fracturas y en la de Psicopatología del Mar. Según las cifras oficiales, alrededor de 250 trabajadores contrajeron Covid-19, lo que representa casi el 15% de las infecciones totales. Pero una vez que dan positivo, el personal no se reemplaza y sumado a los contactos estrechos, las bajas se hacen sentir puertas adentro.
«Nadie te va a poner otra mucama por 14 días porque los empresarios nunca van a perder. La calidad de la atención no es la misma» garantizó Delpir, quien señaló que el problema mayor está en las unidades de terapia y en los pisos. El desborde es evidente y las clínicas están «al límite», según consideró e imploró: «Esperemos que la situación no nos pase por arriba».
Además, la dirigente remarcó que cuando los trabajadores se negativizan y se recuperan pueden quedar con efectos secundarios. «Todo es una lucha y muy precario. Pero tratamos de arreglarnos de la mejor manera posible», confió.
Para finalizar, Delpir llamó a la población a salir lo menos posible. «Hay que sembrar conciencia. En la costa está lleno de personas sin barbijo. No puedo creer que sean tan irresponsables. Si no lo hacés por el prójimo hacelo por vos mismo«, razonó.